Capítulo 2

 

Selena observó la lujosa casa de tres pisos pintada de blanco con una mirada fría. Esa vivienda era la razón por la que la mujer que la había dado a luz meninggalkannya dan juga ayahnya. Tal vez aquella mujer berharap convertirse en una reina en esa casa, pero para Selena, aquella mansión no era más que un palacio lleno de monstruos despiadados.

Selena esbozó una sonrisa amarga y miró de reojo el sobre apoyado en el asiento del copiloto. Si su padre no le hubiera pedido que viniera hasta ese lugar para entregar un regalo de bodas, Selena juraría que jamás en su vida habría querido poner un pie allí.

Flashback

«¿Podrías venir a casa de papá hoy?»

Selena miró el reloj en su muñeca. Acababa de terminar de hacer compras en el mercado tradicional con el equipo de su restaurante cuando vio el mensaje de su padre.

«¿Ocurre algo importante?» preguntó de vuelta. En el fondo ya podía adivinar la razón por la cual su padre le pedía que viniera.

Selena dan ayahnya memang tinggal terpisah, namun jika Selena tidak sibuk, biasanya ia akan berkunjung ke rumah ayahnya seminggu sekali. Minggu ini ia tidak melalaikannya, jadi ia heran kenapa ayahnya memintanya untuk datang lagi.

Sin duda tenía que ver con Alina.

«¿Está mi padre dentro?» preguntó Selena al ver a su madrastra regando las flores del jardín delantero. Su madrastra —Catalina Duarte— sonrió y asintió.

«¿Está enfadado?» preguntó de nuevo, con curiosidad.

Catalina siguió sonriendo y negó con la cabeza. «Quizá sería más correcto decir que tu padre está triste.»

Por supuesto, Selena podía adivinar el motivo de su tristeza.

«¿Ya has comido?» volvió a preguntar Catalina mientras acompañaba a Selena hacia el interior de la casa.

«Sí. Acabo de volver del mercado y desayuné allí.»

«Tu padre te espera en el patio trasero.» informó Catalina, antes de volver a concentrarse en sus plantas.

Selena entró en la casa de su padre. Aquel hogar no era demasiado grande, pero tampoco podía considerarse pequeño. Para ella, la casa era lo suficientemente espaciosa como para albergar a una pequeña familia cálida y feliz.

Selena encontró a su padre sentado, disfrutando una taza de café negro con un libro descansando sobre su regazo.

«¿Qué estás leyendo ahora?» preguntó mientras se sentaba en el apoyabrazos del sillón donde su padre estaba, rodeando los hombros del hombre de mediana edad y depositando un suave beso en la coronilla.

Diego cerró el libro y le mostró la portada a Selena. Ella sonrió y asintió.

«¿No te cansas de leer todo el tiempo? Yo, apenas abro la primera página, ya estoy aburrida y con sueño.» dijo Selena mientras tomaba una de las galletas caseras de Catalina y la sumergía en la taza de café de su padre.

«No eres así cuando se trata de libros de cocina.» bromeó su padre, haciendo que Selena chasqueara la lengua.

«Además, necesito leer esto para mantenerme motivado.» respondió Diego, dejando el libro sobre la mesa y empujando su taza de café hacia Selena. «No estoy interrumpiendo tu trabajo, ¿verdad?»

«¿Para qué punya banyak anak buah kalau semua hal harus kulakukan sendiri?» dijo con una sonrisa burlona. «¿Puedo saber alasanmu memanggilku ke sini?»

«Alina vino a mi trabajo.» Diego fue directo al punto. Y eso confirmaba la sospecha de Selena. «Me pidió que escribiera una carta declarando que no asistiré ni arruinaré su boda.»

«¿Y qué le respondiste?»

«¿Qué más podía decirle?» Diego esbozó una sonrisa triste. «Si eso es lo que Alina quiere, entonces eso haré.» añadió con la voz temblorosa, como si estuviera conteniendo las lágrimas. «Para mí, con que tu hermana sea feliz, es suficiente. Además, aún podré ver tu boda y la de Lucía.»

«Solo la de Lucía.» corrigió Selena rápidamente. «Porque yo no tengo intención de casarme. No después de todos los dramas matrimoniales que he visto.»

«Selena…»

«Esta es mi decisión, papá.» Selena miró a su padre con firmeza. Su decisión no iba a cambiar.

El matrimonio nunca formó parte de los planes de vida de Selena. No porque estuviera traumatizada ni porque temiera repetir la historia de sus padres. Tampoco por miedo a sufrir al depositar grandes esperanzas en una pareja. Era simplemente porque Selena no estaba segura de tener suficiente tiempo para disfrutar la vida por mucho más.

No estaba segura de poder vivir feliz junto a alguien a quien amara o que la amara. No podía prometer un futuro ni jurar que acompañaría a su pareja en la riqueza o en la pobreza, porque lo único que podía asegurar era que arrastraría a quien estuviera a su lado hacia los momentos más oscuros de su vida.

Selena no quería herir a otra persona ni arruinarle el futuro por perseguir un breve sueño de felicidad.

Diego sabía que no tenía sentido discutir con su hija mayor. Luego le entregó un sobre.

«¿Qué es esto?» preguntó Selena, frunciendo profundamente el ceño.

«Un regalo de bodas para Alina. Tu madre y su nuevo marido seguramente no estarán contentos si aparezco. Así que, por favor, ayúdame y entrégale este regalo a tu hermana.»

Fin del flashback

Exhalando profundamente, Selena tomó el sobre que su padre había confiado a su cuidado y bajó de su auto deportivo. Caminó hacia la puerta de cuatro metros de altura, que estaba completamente abierta. Incluso el guardia que debería estar en su puesto parecía ausente, pues la caseta estaba vacía, permitiéndole pasar sin impedimentos.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que vio a la mujer que llevaba el título de madre biológica? ¿Un año? ¿Dos?

No. Su último encuentro con Camila Duarte —o ahora llamada Camila Santoro— ocurrió hace quince años. Cuando la mujer llegó, se llevó a Alina consigo y, sin dudarlo, rompió por completo el vínculo de madre e hija entre ellas.

Si alguien le preguntara a Selena si odiaba a su madre por haberla abandonado, la respuesta sería no. Selena nunca consideró que esa mujer existiera, porque, hasta donde alcanzaban sus recuerdos, ella nunca tuvo una madre. Y cuando aquella mujer apareció de repente para llevársela a ella y a Alina a vivir juntas, fue Selena quien eligió no seguirla. Por eso, no la odiaba.

Sin embargo, después de todas las historias del pasado que había escuchado, le resultaba imposible no sentir repulsión hacia Camila, sin importar las razones que tuviera para abandonar a Selena, a Alina y a su padre poco después de que ambas nacieran. Y Selena tampoco podía perdonar a ninguna de las dos —ni a Alina ni a su madre biológica— por haber herido al hombre que ella más amaba.

Aunque su padre le había prohibido odiarlas, aun así Selena no quería tener nada que ver con ellas nunca más.

«¿Señorita, ha regresado?»

La pregunta, hecha por una mujer con uniforme de sirvienta, hizo que Selena la mirara de reojo con una fría expresión en los ojos.

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