Nicolás asintió.
—Está bien.
Nicolás llevó a Daniela a la casa del hombre, pero la puerta principal ya estaba cerrada con llave y no había nadie.
Daniela tocó la puerta.
—¿Hay alguien? ¿Hay alguien?
El vecino de al lado salió.
—¿Vienen a buscar al hombre?
Daniela asintió.
—Sí, lo buscamos. ¿Sabe adónde se fue?
—El hombre ya se mudó, se fue de Monte Cielo —dijo el vecino.
¿Qué? Daniela preguntó ansiosamente:
—¿Sabe adónde se mudó?
—Dicen que ganó una gran cantidad de dinero y que no va a regresar.
¿Ganó una gran cantidad de dinero?
—Ustedes vienen a comprarle la flor de loto de nieve, ¿verdad? Ya se la vendieron a alguien más. Esa persona ofreció una fortuna por comprarla, y el hombre se mudó con esa ganancia inesperada.
El corazón de Daniela se hundió. Alguien ya había comprado la flor de loto de nieve del hombre. Habían llegado un paso tarde.
Pensaron que habían llegado en el momento perfecto, justo cuando florecía la flor de loto de nieve, pero alguien se les había adelantado.
¿Por q