Daniela quiso hablar, pero Nicolás le cubrió la boca con la mano.
—¡Shh! ¡No lo asustemos!
Daniela dijo ansiosa:
—¡Lo encontramos! ¡Ahora debemos llevarlo con nosotros!
—Antes fue sobornado por Mauro —respondió Nicolás—. Si simplemente lo llevamos así, ¿quién sabe si nos traicionará? Podría ser un golpe fatal para el grupo Luna.
Daniela pensó que Nicolás tenía razón. Las acciones del grupo Luna habían caído en picada y la empresa estaba al borde del colapso. No podían permitirse más problemas.
Este trabajador era muy astuto y representaba muchas incertidumbres.
—¿Entonces qué hacemos ahora?
—Señorita Paredes, ¿me está pidiendo ayuda? —preguntó Nicolás.
—Sí, señor Duque, le estoy pidiendo consejo.
—Entonces déjeme hacerle una pregunta.
—¿Qué pregunta?
—Los mensajes que le envié, ¿no los recibió?
Daniela se quedó inmóvil.
—...Sí, los recibí.
—Parece que decidió no responderme a propósito. ¿Por qué?
—No tengo nada que hablar con el señor Duque.
Nicolás se enfadó. Rodeó la cintura de Danie