En ese momento Nicolás apareció detrás de ella.
—Señorita Daniela, no grite así, el aislamiento acústico aquí es terrible. Si alguien nos escucha, pensarán que estamos haciendo algo indebido.
El rostro de Daniela se puso completamente rojo. Ella había pensado que él ya habría terminado de bañarse, y efectivamente lo había hecho, pero aún no se había vestido por completo.
Para ser más precisos, llevaba puesto un pantalón negro de vestir, pero tenía el torso desnudo.
Con la mirada rápida que le había echado, pudo notar que su piel era de un saludable tono bronceado, con un pecho bien desarrollado, hombros anchos y cintura estrecha. Sus abdominales marcados y esa línea perfecta que se perdía dentro del pantalón despertaban toda clase de pensamientos, dejándola completamente aturdida.
El impacto visual era demasiado fuerte. Para Daniela, quien había estado alejada del mundo romántico durante tres años, sentía que su cabeza daba vueltas.
Ahora él estaba parado justo detrás de ella, hablándo