Daniela bailaba alegremente con Diana cuando Mauro agarró su delgado brazo.
—¡Daniela!
Interrumpida en su momento de alegría, Daniela se giró y lo vio.
—¿Mauro?
Intentó retirar su brazo.
—¡Suéltame!
Mauro la miró con desagrado.
—¿Quién te dio permiso para venir a bailar aquí?
—¡No es asunto tuyo que yo venga a bailar! —respondió Daniela.
No quería ningún contacto físico con Mauro. Se liberó de su agarre con un tirón fuerte.
Mauro sonrió con frialdad.
—¿No te gusta bailar? Vamos, bailaré contigo.
Le irritaba ver a todos esos hombres rodeando a Daniela. Ella alardeaba de sus encantos ante ellos, pero durante estos tres años, por más que él la había buscado, ella lo había ignorado.
Daniela le lanzó una mirada fría.
—¿Quién quiere bailar contigo?
Tomó la mano de Diana.
—Diana, vámonos.
Al ver a Mauro, Daniela había perdido completamente las ganas de bailar. Quería irse con Diana.
Pero Mauro la agarró por la cintura y la atrajo hacia él.
Daniela chocó contra su cuerpo y levantó la mirada.
—