— Señor Figueroa, doña Katerina, no tienen que agradecer. Ha sido un pequeño esfuerzo por mi parte.
— Mami, esta vez la abuela me protegió. ¿Podemos ir a jugar un rato a casa de la abuela y del tío guapo? —dijo Sofía con su voz infantil.
Valentina lo pensó un momento. Por ahora no se marcharía de Costa Enigma, pues necesitaba esperar la respuesta prometida respecto a Luciana.
Además, Nadia estaba por regresar, y tenía mucha curiosidad por conocer a la madre de Luciana.
— De acuerdo, Katerina. Entonces acepto su invitación. Disculpen las molestias.
Mateo extendió los brazos.
— Sofía, ven con el tío.
— No es necesario molestar al señor Figueroa —rechazó Valentina—. Puedo cargar yo misma a mi hija.
Sofía miró con sus grandes y brillantes ojos a su madre y luego a Mateo.
— Pero mami, Sofía quiere que el tío guapo la cargue.
Valentina se resignó. Su pequeño tesoro, a quien había criado durante tres años, ahora prefería a otro hombre.
En ese momento, Mateo tomó a Sofía en brazos. Sofía sonri