¡Luciana estaba en la mansión!
Mateo se tensó de inmediato.
Su cordura regresó. Recobrando la compostura, sintió cansancio. ¿Qué estaba haciendo?
¡Había estado presionando a Valentina!
Sintiendo que la presión sobre ella cedía, se soltó de su agarre.
—Quédate aquí, no salgas. —Tras decir eso, se marchó.
Seguramente iba a buscar a Luciana.
Ese era el mismo hombre que, momentos antes, ardía de deseo por ella. Al escuchar el nombre de su hermana, la abandonaba sin dudarlo.
El rubor en su cara fue desapareciendo gradualmente. Esbozó una sonrisa irónica, pensando que ella, siendo la esposa legítima, se sentía como la otra mujer. Como si fuera ella quien estuviera en una aventura con Mateo, y que Luciana era la verdadera esposa.
Qué gracioso.
¿Qué haría él con Luciana?
Seguramente completarían lo que ellos habían dejado inconcluso.
Se agachó para recoger su teléfono, tenía la pantalla destrozada, intentando prenderlo.
Pronto le entró una llamada.
Era Catalina, su madre.
Valentina respondió