Valentina asintió.
—Sí, puedo neutralizar el veneno de Luciana.
—Excelente —respondió Héctor.
—Sin embargo —Valentina miró a Héctor—, necesito algo para preparar el antídoto.
—¿Qué necesitas? Haré que lo consigan de inmediato.
Valentina sonrió levemente.
—Necesito la sangre de un familiar cercano de Luciana para preparar el remedio.
¿La sangre de un familiar cercano?
El rostro de Catalina cambió de expresión.
—Yo soy el padre de Luciana, ella es mi hija biológica. ¡Usa mi sangre! —dijo Héctor.
—¡No! —gritó Catalina de repente—. ¡No pueden usar la sangre del señor Celemín!
Valentina miró a Catalina, observando su reacción de pánico.
—¿Por qué no? ¿Acaso ya no quieres salvar a Luciana?
Ahora Valentina la miraba fijamente y Héctor también. Catalina se dio cuenta de que había perdido la compostura.
No podían usar la sangre de Héctor. Si lo hacían, la verdadera identidad de Luciana quedaría expuesta.
—Señor Celemín, tu salud es demasiado valiosa, no pueden usar tu sangre —dijo Catalina—. Va