No. Imposible.
Luciana no podía creerlo. Inmediatamente estalló en insultos: — ¡Valentina! ¿Qué demonios haces con Mateo? ¡Eres una cualquiera! Seguro fuiste tú quien lo sedujo. Mateo es MI novio ahora. ¿Es que no tienes ni pizca de vergüenza?
— Luciana, mira bien lo que pasa. ¡Es TU novio quien me está acosando!
— ¡Tú...!
Luciana quería seguir hablando, pero la videollamada se cortó abruptamente.
En Monte Mágico, Valentina seguía atrapada bajo el cuerpo de Mateo. Pensaba decirle un par de cosas más a Luciana, pero Mateo le arrebató el teléfono y colgó.
Los ojos de Mateo ardían de deseo: — ¿Ya terminaste de llamar?
Valentina: — No, todavía tenía mucho que decirle a Luciana. Aunque a estas alturas, ya debe estar imaginándose todo. Mateo, prepárate para las consecuencias.
Mateo tiró el teléfono de Valentina sobre la mesa: — Si ya terminaste, continuemos.
Volvió a besarla.
Valentina suspiró resignada.
En ese momento, sonó el teléfono en el bolsillo de Mateo. Sin necesidad de mirar, sabían