Fidel había venido a buscar a Diego y no esperaba encontrarlo con Daniela. Al verla, los ojos de Fidel se quedaron fijos en ella.
Daniela soltó rápidamente a Diego y sonrió tímidamente a Fidel: —Hola, me llamo Daniela.
Fidel respondió: —Hola, hola, soy Fidel. Diego, ¿tienes novia?
Diego lo negó: —Ella no lo es.
Daniela contradijo: —¡Sí lo soy!
Diego se resignó.
Fidel sonrió: —Diego, pensaba que te quedarías soltero toda la vida porque nunca mostrabas interés en las chicas. Ahora entiendo, no es que no tuvieras interés, es que eres exigente y no habías encontrado a quien te gustara. Daniela deja a todas las chicas que te perseguían a kilómetros de distancia.
Diego dejó el cucharón y miró a Fidel: —Salgamos a hablar.
Diego y Fidel salieron. Diego preguntó: —Bien, vamos al grano. ¿Para qué me buscabas?
Fidel explicó: —Diego, Benicio, a quien has estado vigilando, se ha movido. Ha venido aquí.
Benicio era el gran narcotraficante de aquellos años. El padre de Diego había trabajado como infi