Catalina intervino de inmediato: —Valentina, ¿cómo encontraste al falso doctor milagro?
Valentina curvó sus labios rojos, con una sonrisa deslumbrante: —Eso no puedo revelarlo. ¡Ahora quiero recuperar las cenizas de mi padre!
Marcela se interpuso en su camino: —Valentina, no puedes...
Valentina la miró fijamente: —Marcela, ¿qué pasa? ¿Piensas faltar a tu palabra? Si lo haces, no les entregaré al falso doctor milagro y pueden olvidarse de recuperar un solo centavo de su dinero.
Marcela titubeó, insegura: —Valentina, ¿cómo podría yo faltar a mi promesa? Es solo que... hoy no es un día auspicioso. Busquemos un día más favorable para llevarnos las cenizas de tu padre.
Valentina la miró directamente: —Marcela, vengo a llevar a mi padre a casa. Cualquier día es auspicioso para eso.
Dicho esto, Valentina esquivó a Marcela y caminó con determinación hacia la antigua casona de los Méndez.
La puerta de la casona aún tenía los precintos blancos. Ella los arrancó y empujó la puerta.
Con un chirrid