Mateo no estaba seguro de si Valentina vendría.
Los Méndez tampoco estaban seguros de si Valentina vendría.
Todos esperaban a Valentina.
En ese momento, un lujoso Rolls-Royce se acercó. La puerta del conductor se abrió y una figura esbelta y elegante apareció ante sus ojos. Valentina había llegado.
Fernando se animó de inmediato: —¡Presidente, la señorita Valentina ha llegado! ¡La señorita Valentina realmente ha venido!
Mateo levantó la mirada hacia Valentina.
Marcela se acercó: —Valentina, por fin llegas, estabas a punto de retrasarte.
Valentina curvó sus labios rojos: —No he llegado tarde. Todavía falta un minuto para la hora acordada. ¿Acaso no tienen ni la paciencia para esperar un poco?
Marcela se quedó sin palabras.
Luciana intervino inmediatamente: —Valentina, dejémonos de rodeos, ¿dónde está el falso doctor milagro?
Luciana miró a su alrededor; Valentina había venido sola, no había señal del falso doctor milagro.
—Valentina, ¿no has traído al falso doctor milagro? Ja, sabía que