Valentina deliberadamente había dicho eso. Ahora ella y el herido Joaquín habían quedado varados en este lugar, y Jorge no dejaba de mirarla lascivamente. Tenía que protegerse.
Pero Joaquín no entendía sus intenciones y ni siquiera aceptaba la identidad que Valentina afirmaba tener. Desde su punto de vista, Valentina ya se había divorciado de Mateo, quien era como un hermano para él, y que siguiera diciendo eso demostraba que tenía mucha cara.
Joaquín quiso hablar, pero Valentina le lanzó una mirada asesina: — ¡Cállate!
Diciendo esto, Valentina presionó su herida: — ¡Qué lástima que no te hayas muerto de dolor!
— ¡Ay, duele! —El dolor hizo que a Joaquín le brotara sudor frío en la frente—. Valentina, ¿quieres que te mate?
En ese momento, el médico del pueblo dijo: — Las heridas en la pierna del paciente son demasiado graves. Solo puedo detener el sangrado por ahora. Mañana habrá que llevarlo a una ciudad grande para tratamiento.
Valentina negó con la cabeza: — No hay tiempo. Su pierna