Era un joven, vestido con una camiseta negra y pantalones largos negros. Daniela lo reconoció: era Diego Quezada.
Diego y Mauro eran considerados los dos chicos más guapos de la Universidad Nacional. Mauro era el radiante y apuesto heredero de una familia rica, con muchas admiradoras, mientras que Diego era frío y solitario. Las chicas no se atrevían a acercarse a él, aunque por las noches lo comentaban en la residencia.
Daniela miró a Diego mientras este apartaba de un tirón al Demonio de la Lluvia. El criminal reaccionó rápidamente y amenazó con rostro malévolo: —Mocoso imprudente, ¡te atreves a interrumpir mi diversión!
El Demonio de la Lluvia lanzó un puñetazo contra Diego.
Este lo esquivó con gran agilidad y luego asestó un golpe en el estómago del criminal.
¡Bam!
El Demonio chocó contra el coche y escupió sangre.
Diego llevaba el pelo muy corto. Sus facciones eran firmes y definidas, con una belleza dura y masculina que Daniela nunca había visto antes.
Las gotas de lluvia resbala