Todo estaba bien con Luis.
La enfermera se retiró.
Entonces , escuchó la voz de Fernando desde el pasillo: —Presidente, la herida en su mano no puede esperar más, necesita atención urgente o podría perder la funcionalidad.
Ella alzó la mirada y vio la imponente figura de Mateo junto a la puerta; él había estado allí todo el tiempo.
—Señora, por favor, diga algo. —Suplicó Fernando. —La mano del presidente no deja de sangrar.
Ella inspeccionó la sangre en el suelo, consciente de que probablemente necesitaría muchos puntos. Se levantó y caminó hacia la puerta. Al verla acercarse, Mateo se enderezó ligeramente, sus ojos brillando con esperanza.
—Sabía que la señora seguía preocupándose por el presidente. Señor, por favor, vamos a tratar esa herida... —Comenzó Fernando con alegría, pero en ese instante Valentina extendió la mano y cerró la puerta de golpe.
Ambos quedaron atónitos ante el portazo. Fernando suspiró con resignación mientras que a Mateo se le apagaba la chispa de la esperanza.