Valentina encontró extraño que la estuviera mirando. ¿Por qué la miraba si Luciana estaba justo a su lado? Últimamente, lo hacía con demasiada frecuencia.
Luis miró a Valentina. —Vamos a ese jacuzzi.
Camila se tapó la boca para reírse a escondidas. —¡Luis quiere un momento a solas con mi querida amiga! ¡Váyanse, váyanse!
Se marcharon.
Camila miró a Mateo. El hombre tenía una mirada sombría, claramente estaba de mal humor. Ella, inexplicablemente, se sintió muy bien.
Valentina y Luis llegaron a otro jacuzzi. Estaban charlando, pero a los pocos minutos sonó el teléfono de Luis.
—Discúlpame, voy a contestar una llamada.
—Está bien.
Se fue a contestar.
Ella estuvo un rato en el jacuzzi, cuando vio a alguien vendiendo helados. No podía resistirse a los dulces, así que fue a comprar uno.
Pero el vendedor se había ido y, sin darse cuenta, ella llegó a un jacuzzi muy apartado.
Allí vio a dos personas: un hombre con un tatuaje de tigre en el pecho y una mujer con un cuerpo escultural y sensual