—La receta medicinal de la abuela se ha perdido.
Ah, era eso.
—Espere un momento, se la escribo ahora mismo. —Tomó un lápiz y se inclinó sobre el papel.
Al agacharse, su camisola reveló sus generosas curvas.
El cuerpo de Mateo se puso tenso. Sabía que su figura era mucho más atractiva: tenía una cintura delgada que contrastaba con sus curvas superiores.
Todos los atributos naturales para seducir.
—¡Valentina! —Llamó con voz ronca.
Ella levantó la mirada, confundida:
—¿Qué pasa?
Realmente no era consciente de lo que hacía, sus ojos mostraban inocencia y calidez.
Esto sin duda encendería el fuego en cualquier hombre. Mateo tragó saliva:
—Cuando termines, me mandas una foto.
Valentina había olvidado que un ejecutivo como él estaría ocupado, sin tiempo para esperar.
—De acuerdo, entonces colguemos. Usted debe de estar muy ocupado.
Intentó terminar la videollamada.
Él permaneció en silencio.
Entonces, Daniela entró corriendo:
—¡Valentina, traje helado de vainilla!
Daniela comía un helado mi