Capítulo 1118
Sus delgados labios se posaron en su cuello, besándola con suaves roces.

Parecía estar volviéndose adicto a ella.

Este tipo de cosas, realmente no debían tocarse.

Sara ya sentía su vigoroso deseo. Después de todo, sus cuerpos estaban pegados. Se movió inquieta.

—Luis, ¿qué estás haciendo?

Luis respondió:

—¿Tú qué crees que estoy haciendo?

Extendió la mano para sostener su pequeño mentón y bajó la cabeza para besarla en los labios.

Pero no llegó a besarla. Sara interpuso su mano frente a sus labios.

—¡No podemos!

Luis se detuvo.

—¿Por qué no?

Sara argumentó:

—¡Es de día y tu secretario está afuera!

Dicho esto, Sara lo empujó y corrió a la habitación.

—Tengo que ir a trabajar, se me hace tarde.

Luis la observó moverse de un lado a otro, sintiéndose impotente.

Ella de día era completamente diferente a ella de noche.

De día recuperaba esa actitud distante y serena de siempre, como si apenas lo conociera.

Pero de noche se aferraba a él, le decía que le gustaba, lo seducía, lo deseaba. Era p
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