Margot no se desanimó, podía sentir la frialdad de Nicolás, pero tenía confianza en sí misma.
Margot fingió ser como un conejito frágil e indefenso, queriendo despertar el instinto protector del hombre.
—Señor Duque, ¿me odia usted? ¿Cree que estoy molestando a usted y a Daniela?
Nicolás aún no dijo nada.
Margot continuó con voz dolida:
—Señor Duque, perdón, no traje llaves así que no puedo regresar a casa. Daniela y yo somos buenas amigas, Daniela es hermosa y de buen corazón, por eso me trajo. Si usted no quiere verme, entonces me voy ahora mismo.
Margot pensó que después de decir eso, Nicolás seguramente le hablaría.
Pero Nicolás siguió sin mostrar expresión y no dijo nada.
Ahora Margot sí se sintió realmente incómoda. Nicolás la ignoraba completamente, lo que hacía que no hubiera ningún progreso entre ellos.
—Señor Duque, yo...
En ese momento se abrió la puerta del probador y sonó la voz de la gerente:
—¡Señor Duque, la señora Duque ya salió!
Al escuchar que Daniela había salido, N