En la villa, Daniela se dio una ducha caliente, luego preparó personalmente una taza de café y fue al estudio. Extendió la mano y tocó la puerta del estudio.
Pronto se escuchó la voz de Nicolás:
—Pasa.
Nicolás le dijo que entrara.
Daniela empujó la puerta y entró. Nicolás estaba sentado en su silla de oficina, revisando documentos.
Daniela se acercó y puso el café a su lado.
—Señor Duque, tome su café.
Nicolás no levantó la cabeza, concentrado en su trabajo.
—Déjalo ahí.
Daniela no quería interrumpir su trabajo y se dispuso a irse.
Pero al siguiente segundo su delicada muñeca blanca fue sujetada firmemente. Nicolás la jaló y la sentó en sus piernas, abrazándola.
—¿Me preparaste café personalmente?
Daniela cerró su pequeño puño y le dio golpecitos.
—Señor Duque, ¿no estabas concentrado trabajando? Pensé que no me habías visto.
Nicolás sonrió.
—Daniela me preparó café personalmente, ¿cómo podría no verte? En cuanto entraste, ¿cómo podría seguir concentrado en el trabajo?
—¡Yo no hice nad