Daniela sacó inmediatamente su teléfono.
—¡Voy a llamar a Nicolás!
¡Paf!
Mauro extendió la mano y golpeó directamente el teléfono de Daniela, que se estrelló contra el suelo con un sonido de vidrios rotos.
—¡Mi teléfono!
Daniela quiso recoger el teléfono, pero el tacón alto de Jessica ya lo había pisado. Jessica lo aplastó con fuerza.
—Daniela, deja de resistirte. ¡Esta noche no podrás escapar!
—¿Qué es lo que pretenden exactamente?
—¡Traigan a mis hombres! —gritó Mauro.
Un grupo de guardaespaldas vestidos de negro irrumpió en la casa.
—¡Señor!
—Daniela, Nicolás se fue y ahora toda la villa está rodeada por mi gente. Así que esta noche vas a comportarte bien y no me obligues a usar la fuerza.
—Mauro, ¿qué es lo que quieres exactamente?
Mauro sacó dos boletos de avión.
—Daniela, ven conmigo, vámonos de aquí. Iremos al extranjero para empezar de nuevo.
—¿Empezar de nuevo? —Daniela se rió—. Nosotros nunca empezamos nada, ¿a qué te refieres con empezar de nuevo?
—¡Tú...!
—Años atrás nuestr