Nicolás acarició la cabecita de Sofía.
—Gracias por el cumplido.
Valentina sonrió.
—Sofía, sentémonos.
—Sí, de acuerdo.
Valentina y Sofía se sentaron en un lado, Daniela y Nicolás en el otro. El camarero comenzó a servir los platos.
—Valentina, ¿cómo va todo con Mateo? —preguntó Daniela.
Valentina no quería preocuparla, sabiendo que Daniela y Nicolás se habían reencontrado recientemente y estaban en pleno romance.
—Daniela, no te preocupes. Lo de tu primo se resolverá pronto.
Daniela asintió.
—Me alegro.
—Señorita Méndez, si Mateo necesita cualquier cosa, no dudes en decírmelo —ofreció Nicolás.
Valentina observó a Nicolás. Aquel muchacho pobre de antes se había convertido en un magnate empresarial. Hacía una pareja perfecta con Daniela, la mimada heredera. Los amores entre iguales siempre eran los más perfectos, sin excepción.
Valentina estaba complacida. Su mirada se posó en el rostro de Nicolás.
—Señor Duque, ¿su rostro fue dañado por ácido sulfúrico?
Nicolás miró a Daniela.
—Se lo c