Los ojos de Daniela se enrojecieron.
—Nicolás, podrías habérmelo contado.
Nicolás miró su hermoso rostro.
—En ese entonces eras una niña rica, y yo solo un chico pobre sin nada que ofrecer. No estaba a tu altura, y menos aún podía ponerte en peligro por mis asuntos.
Daniela hundió el rostro en su cuello.
—Qué tonto eres.
Nicolás la abrazó con fuerza.
—Todo eso ya pasó.
Daniela miró su rostro.
—¿Y qué pasó con tu cara? Y si el matrimonio fue falso, ¿por qué no viniste a buscarme en estos tres años?
Al mencionar su rostro, la mirada de Nicolás se volvió profunda.
—¿De verdad no sabes qué le pasó a mi cara?
Daniela se sobresaltó.
—¿Qué quieres decir? No entiendo lo que insinúas.
Nicolás apretó los labios y guardó silencio.
Daniela se inquietó.
—¿Por qué no me respondes? ¿Qué pasó con tu cara? Yo...
En ese momento, sonó una melodía. El teléfono de Daniela recibía una llamada.
Miró la pantalla: Mauro.
Era Mauro quien llamaba.
Nicolás también lo vio.
—Mauro te está llamando.
Daniela tomó el