Nicolás se subió al asiento trasero. Daniela quiso decir algo, pero él tomó su rostro entre las manos y la besó.
Daniela emitió un suave gemido y todo su cuerpo se relajó. Nicolás rodeó su esbelta cintura y la sentó sobre sus piernas, continuando con sus besos.
—Nicolás, ¿dónde estamos? —preguntó ella.
Percibiendo su nerviosismo, Nicolás respondió:
—En el estacionamiento de mi empresa. No te preocupes, nadie viene por aquí.
Solo entonces Daniela se tranquilizó. Levantó los brazos para rodear el cuello de Nicolás e intentó quitarle la máscara.
Nicolás se apartó ligeramente.
—¿Qué haces?
—Quiero quitarte la máscara. ¿No te cansa llevarla puesta todo el tiempo?
—¿No temes que mi rostro te quite las ganas? —preguntó él.
Daniela arqueó una ceja.
—Probemos.
Extendió la mano y le quitó la máscara, revelando su rostro.
—Mejor me la vuelvo a poner —dijo Nicolás.
—Nicolás, ¿eres un pervertido o qué? ¿Hacer esto conmigo y seguir con la máscara puesta? Quiero ver tu cara.
Daniela tomó su rostro en