Capítulo 86 —Nueva era
Narrador:
Dos días después, la mansión despertó con un silencio diferente. No era el silencio cómodo de una casa grande. Era el silencio pesado que se instala cuando alguien se ha ido para siempre.
Había flores, trajes oscuros, autos alineados en la entrada. Custodios patrullando. Murmullos apagados. El funeral de Ernesto Paz no era un evento… era un territorio vigilado.
Valeria bajó las escaleras despacio, vestida de negro. No por tradición, sino por respeto al duelo más extraño de su vida: lloraba a un padre que la dañó, que la manipuló, que le ocultó verdades… pero que, aun así, seguía siendo su padre.
Luigi la esperaba al pie de la escalera. Traje impecable. Mirada firme. Un pilar.
Cuando la vio bajar, su expresión cambió apenas… lo suficiente como para que cualquiera notara que la adoraba. Extendió su mano.
—¿Preparada, mi vida?
Valeria respiró hondo.
—No lo sé —respondió —Pero ya es hora.
Luigi asintió sin preguntar más. Le ofreció su brazo y ella lo tomó