Capítulo 298
La llovizna fina caía constante sobre el cementerio, formando pequeños charcos sobre el césped y corriendo por los paraguas negros que se esparcían entre familiares y amigos.
Oliver estaba inmóvil frente al ataúd. En sus brazos, la pequeña Clarice dormía acurrucada, ajena al dolor que envolvía a todos a su alrededor. Sostenía el paraguas con una mano, protegiendo a su hija de la lluvia, mientras observaba a los sepultureros bajar lentamente el ataúd en la tierra.
Isadora se encogió en los brazos de Alexander. Livia sollozaba bajito, apoyada por Roger, quien también intentaba contener las lágrimas. Hailey y Hassan estaban de manos unidas, en silencio, respetando el momento.
Nadie podía decir nada.
El dolor era demasiado grande.
El viento helado movía el abrigo de Oliver, pero él parecía ni sentirlo. Su mirada fija en el ataúd era el retrato del alma herida de un hombre que había perdido a la mujer que estaba aprendiendo a amar.
Cuando cayó el último puñado de tierra, Alexa