Capítulo 23
Alexander entró a la habitación como un huracán. Lanzó la chaqueta y la corbata sobre el sillón con rabia, y, en un gesto impaciente, se arrancó la camisa con tanta fuerza que los botones salieron volando, golpeando el piso de madera.
Su pecho desnudo subía y bajaba con un ritmo descompasado. Aflojó el cinturón, se libró de él y fue hasta la ventana. Pasó los dedos por su cabello rubio, intentando encontrar algún rastro de cordura en medio de la tormenta.
Pero no había paz en esa casa. No con ella allí.
Estaba a punto de volver a la sala. Y si volvía… Dios lo ayudara, porque la tomaría en sus brazos, contra la pared, en el sofá, donde fuera que pudiera aliviar ese deseo alucinado que lo consumía.
Respiró hondo, cerrando los ojos, decidido a huir. Un baño. Ropa limpia. Un bar, tal vez. Un hotel. Cualquier lugar lejos de ella.
Pero entonces, al darse la vuelta hacia el baño, se detuvo abruptamente.
La puerta estaba entreabierta… y allí estaba ella.
Con ese maldito vestido bl