El trayecto desde que subo al auto es silencioso. Cierro los ojos y trato de no pensar en nada mientras me alejo de la mansión Harrington y respiro hondo cuando el vehículo se detiene frente a la casa de mi padre. Esa mansión de líneas limpias, frías, perfectas. Como él. Sólida, silenciosa, intocable.
Al entrar, los recuerdos me golpean con fuerza. Mientras miro cada rincón, cada mueble. Porque aunque es lógico que todo esté en el mismo lugar puesto que me mudé apenas hace un par de semanas. Yo siento como si ya hubiera pasado mucho tiempo alejada de casa.
—Papá —murmuro al entrar en su despacho.
Mi padre está junto al ventanal, viste ropa casual pero su porte es altivo igual que siempre. Su cabello negro apenas tiene unas hebras grises que lo hacen ver más distinguido que mayor. Algo que me hace apretar los labios al recordar que solo es un par de años mayor que Cassian.
Niego para mis adentros sacando esos pensamientos de mi mente y me acerco y beso su mejilla. Él apenas ladea el ros