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Perspectiva de Cassian
El espectáculo principal en el club comienza y yo me recuesto contra el respaldo de este sillón de cuero, con la copa de whisky en la mano y la vista clavada en la pelinegra que se contonea delante de mí. Este club tiene excelentes bailarinas. Y la pelinegra tiene un cuerpo que muchos matarían por poseer. Piernas largas, piel bronceada, cintura estrecha y unos labios rojos que sin duda son provocativos. Ella lo sabe y se mueve como si tuviera el mundo rendido a sus pies. Como si pudiera hacer que cualquier hombre se arrastre por una noche de su atención.
Pero yo no soy cualquier hombre. Y esta noche, nada de lo que hace me provoca.
Pone una mano en su muslo, la otra en su cuello. Se acaricia lentamente, como si el espectáculo fuera solo para mí. Como si el calor de su piel pudiera arrancarme el deseo que no nace.
Ella deja que su vestido se deslice apenas, mostrando la curva perfecta de sus senos mientras gira con gracia felina y se acerca más. Po