Mis dedos rozan los de Cassian cuando coloco mi mano sobre la suya.
Es una fracción de segundo, un simple contacto que no debería significar nada. Sin embargo, mi piel se eriza al instante.
Su palma es cálida, firme, igual que en todas las ocasiones hasta ahora muestra una seguridad devastadora. No hay vacilación en la manera en que me sostiene, como si fuera natural que mi cuerpo encajara con el suyo. De la manera en la que ya lo hizo antes.
«Lo detesto tanto»
Pero detesto más lo que mi cuerpo está sintiendo en este momento.
Cuando su otra mano se desliza sobre mi cintura y la presiona con sutileza.
El calor atraviesa la tela de mi vestido, quemándome en un punto exacto donde nadie puede verlo, pero donde yo lo siento con una intensidad abrumadora.
Es demasiado alto y mi rostro queda justo a la altura de su pecho, y cada inhalación que tomo se llena de su fragancia.
Un aroma embriagador que se adhiere a mi piel como una m*ldición.
Cierro los ojos un instante, tratand