Perspectiva de Arielle
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El pomo de la puerta gira.
—¡Me estoy vistiendo! —respondo al instante, mi voz sale demasiado aguda, demasiado rápida.
El sonido se detiene. de inmediato y solo siento mi corazón latir acelerado.
—Traje comida china —responde Daniel desde el otro lado—. Seguro te va a gustar.
Cassian me lanza una mirada de fastidio y revira los ojos como si eso fuera lo más molesto que podría haber pasadole en su existencia. Está desnudo, gloriosamente desnudo, con el cuerpo de un dios maldito que aún se niega a cubrirse, mientras su erección —todavía dura, pesada, arrogante— apunta hacia mí como si tuviera derecho a seguir reclamando más. Cómo si tuviera intenciones de continuar.
Estoy nerviosa, el corazón golpeándome las costillas. Me muevo en la habitación como si tuviera fuego bajo los pies.
—En un momento salgo —le grito a Daniel, y escucho cómo se aleja hacia la cocina.
Me giro hacia Cassian, que sigue ahí. Inmóvil. Sin un ápice de pudor. Su pecho sube y baja l