—¡Hay que acostarla, y bien duro! ¡Si no, no habremos cobrado por la paliza de esta mañana!
Estas palabras venían directamente de César y Enzo, entre otros.
Todo empezó porque habían sido humillados por Faustino durante el día, y no podían soportar la vil humillación, ¡así que decidieron secuestrar a Rosalba para vengarse y desquitarse de la peor manera!
—No se acerquen...
Rosalba estaba completamente asustada en ese momento. No quería ser humillada por estos hombres repugnantes. ¡En realidad, no podría enfrentar a Faustino si eso pasaba!
—Somos todos del mismo pueblo. Si Faustino los ha ofendido de alguna manera, puedo pedirles disculpas. No es necesario llegar a esto tan terrible.
—¿Qué sentido tiene una simple disculpa? ¡Es mucho más cómodo acostarte a ti!
César se reía con gran malicia.
—Así es, no cuentes con que ese bastardo de Faustino venga a salvarte. ¡Probablemente ha sido devorado ferozmente por los tigres, sin dejar ni rastro alguno de sus huesos!
Los ojos de Enzo brillaba