Al oír esto, Mariana, algo enojada, apartó la mano de Faustino del profundo escote de Ximena.
—Siendo la directora de Biovida, ¡si alguien se entera que andas a escondidas buscando a Faustino en medio de la noche, seguro será una noticia explosiva! —exclamó Mariana, quien desde siempre se había llevado mal con Ximena y quería acostarse con Faustino. Le molestaba que Ximena se le hubiera adelantado, así que era imposible que tuviera buenas palabras para ella.
—¿Y acaso la oficial Soto no puede dormir a media noche? ¿Viniste al baño? Mira lo poco que traes puesto, ¿no me digas que tú también viniste a buscar a Faustino? —soltó Ximena sin pensarlo, furiosa—. ¡No tienes por qué disimular conmigo!
—¡Tú y Faustino ni siquiera están casados, solo son amigos de la infancia! Aunque haya venido a acostarme con Faustino, ¡no es asunto tuyo! —respondió Mariana sin dar su brazo a torcer.
—Ya basta, dejen de pelear ustedes dos —intervino Faustino con un fuerte dolor de cabeza al ver que las dos segu