Faustino descartó primero a Tacio, el villano. Dante, con quien tenía problemas, y Ulises fueron los segundos en ser descartados.
Mientras se preguntaba qué estaba pasando, Daniela exclamó con alegría:
—Da igual quién nos haya enviado, lo importante es que nos vamos de aquí en helicóptero.
Las experiencias de los últimos días habían dejado a Daniela muy afectada. Sin Faustino, es dudoso que hubiera sobrevivido.
En ese momento, ya se sentía la fuerte corriente de aire del helicóptero, y el ruido del motor era ensordecedor.
El helicóptero descendió a una cierta altura, se abrió la puerta y alguien asomó la cabeza, lanzando una larga escalera de cuerda. Gritó:
—¡Señorita Ruvalcaba, suban ustedes mismas! El terreno es irregular y el helicóptero no puede aterrizar.
Faustino se levantó del regazo de Daniela, la cargó de nuevo en su espalda, agarró la escalera y empezó a subir.
—¡Señorita Ruvalcaba, abrázame fuerte! ¡Te subo yo!…
—¿Quiénes nos han enviado a buscar? —preguntó Faustino una vez