Faustino miró con calma a Antonio y Leonardo, quienes se intercambiaron miradas.
Antonio pareció olvidar el dolor de haber sido pisoteado por Faustino y se burló con desdén:
—Mocoso, las aguas de Biovida son profundas, y la industria farmacéutica lo es aún más. ¿Crees que vamos a creerte solo por tu palabra? No me hagas reír.
Leonardo asintió:
—No tienes ninguna prueba, ¿solo palabras vacías? ¿No eres demasiado ingenuo?
Antonio habló sin cortesías:
—Si un mocoso como tú realmente puede hacer que todos los presentes ganen tres millones más en un año, nos arrodillaríamos sin problema.
—Pero la cuestión es: ¿tienes esa capacidad? No pretenderás que salgamos a la calle a hacer artes marciales contigo, ¿verdad?
Los accionistas estallaron en risas burlonas.
Faustino, sin molestarse, le dijo a Ximena:
—Ximena, tráeme papel y lápiz.
Ximena inmediatamente sacó su agenda de trabajo.
Faustino tomó la pluma y escribió con fluidez una fórmula medicinal.
La puso sobre la mesa y dijo a todos:
—Esta e