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Capítulo 4 - Desayuno a nuestros padres

Victoria

—Y por eso quedó vivo. Daniel lo fue a llevar a la clínica, Alfredo no quiso atenderlo dado que no le partimos ni un solo hueso. —Los ojos se me humedecieron de nuevo, mi hijo comenzó a llorar, lo cargué.

—Ya, amor. —Mamá lo recriminaba con la mirada.

—Campeón, contigo, no es el enojo del lelo.

Le dio un beso a su nieto, quien hacía pucheros. Jamás pensé que mi padre se doblegara ante alguien diferente a mi madre y Rafael lo había logrado.

—Calma al niño, Roland. —Lo tomó en brazos para calmarlo y su enojo se evaporó de modo automático—. Dada la coyuntura, quiero hablar con Victoria. —Me tomó de la mano, y nos dirigimos a la cocina de la hacienda.

El interior se encontraba solo. La fiesta era un asado y la parrilla era supervisada por la abuela. La hermosa Verónica me dio un vaso con agua.

» Hija un clavo, no saca a otro clavo. Si no, el martillo es quien lo hace. En lo que traduce: nadie más que tú podrás sanar dicha herida. Hemos respetado esa apatía para hablar del tema, y eso le carcome las neuronas a tu padre. Se han mantenido herméticos ante lo ocurrido en Las Vegas, y de no ser por Rafita, o por los nervios de Liam ante una posible violación, nadie se hubiera enterado.

» Si a eso le agrego la neutralidad por parte de Dante y Enrique, asumo que ellos no tienen moral para defenderte, también estuvieron involucrados y Dayana salió herida. Esa es la causa por la cual tus hermanos no acribillaron a Enrique grande.

—No quiero hablar del tema, mamá.

—¿Deberías de confesarle tu amor?

—No voy a humillarme otra vez. —alzó su ceja—. Él va a casarse.

—Entonces no te acuestes con hombres solo para olvidarlo. —Me tomó de la mano—. Espera la llegada del indicado. Ahora regresemos a la fiesta. En tres días viajaremos. Roland tiene un itinerario de lugares, ya lo conoce. —Sonrió, era buena cambiando de tema—. Por ahora iniciaremos con el dichoso crucero.

—¿Seguros en dejarnos solos por tanto tiempo?

—Primero; ya no son unos niños. Segundo: las diferentes abuelas quedarán al pendiente. Tercero: queremos probarlos. Cuida a mi nieto y a Liam; en especial los días que viene su representante, no le quites el ojo a esa mujer. Tiene algo turbio, no me gusta.

—A nadie nos agrada, solamente a Liam quien suspira por ella.

—Temo por mi pequeño, ojalá llegue una mujer que lo entienda.

—Liam está capacitado para formar una familia.

—Pero hay mujeres que solo lo verán por la mina de oro gracias a su don musical. Sabes que hay situaciones donde se le debe explicar muy bien. Con analogías, parábolas, referencia. 

—Sí, tienes razón con lo de Liam. Sabes que lo cuidaremos, él es el alma de los cuatro.

—Roland y Dante la tienen entre cejas. Por ahora, cuando los dos mayores se pongan de mandones, bájale los sumos. Preciosa hija, levanta la frente y aprende de dicha experiencia.

……***……

Liam

No podía dormir. Mis papás se iban en la mañana, no los veré hasta Navidad, luego se volverán a ir. No estaré con mamá. ¿Era miedo lo que sentía? Salí de la cama, tomé mis lentes y la guitarra. Debía calmarme. Bajé el estudio de música.

Voy a quedarme solo, aunque estaré con mis hermanos, ellos nunca me han dejado a un lado. No obstante, mamá no desayunará conmigo, papá no me invitará a montar a caballo. Seguí tocando, sacando notas. Era mejor trabajar… Ahora… ¿Cómo iba a actuar cuando Evelyn me venga a visitar? Mamá siempre me aconsejaba y yo siempre le hacía caso.

—Liam, ¿no puedes dormir? —Dante ingresó al estudio. Había dejado la puerta abierta—. Son las tres de la mañana, Genio.

—Lo siento.

—No hay problema, vamos. ¿Quieres que te prepare leche tibia? —Dicen que él era amargado, pero nosotros conocíamos al verdadero Dante—. ¿Te sientes nerviosos porque se van nuestros papás? —afirmé. Se sentó a mi lado.

—Es normal, en ocasiones también me siento nervioso.

—Tú nunca tienes miedo, Dante.

—¿Quién dijo eso? Todos sentimos miedo en algún momento. Por lo menos debo tener cuidado con mi trabajo, el cual es velar por ustedes, y si no hago bien mi trabajo, les podría pasar un altercado y me moriría si eso llegara a pasar. 

—Siempre me porto bien. —Sonrió, desordenó mi cabello.

—Tienes razón. Tú eres el más juicioso. Ahora ve a llamar a Victoria y a Enrique para prepararle el desayuno a nuestros papás como lo hacemos en el día de sus cumpleaños. —Sonreí. Eso me gustó.

—¡Sí! Es una gran idea.

Puse la guitarra a un lado, antes de salir del estudio me detuve. Al mirarlo. —Mis dos hermanos mayores eran más altos, aunque soy más alto que Victoria. Acomodé mis lentes. 

—¿Qué pasa? —Me puse nervioso.

—Dante, —sentí calor en el cuello—. ¿Cómo puedo pedirle a Evelyn que sea mi novia? —alzó una ceja—. Ella viene el miércoles.

—Sabes que no la trato, pero déjame, le hago un analice para mirar cómo puedes proceder, por ahora continúa normal. —arrugué mi frente—. ¿Recuerdas cuando teníamos proyecto de ciencia?

—Sí. Paso uno: escoger el tema. Paso dos; investigar… ¿Se puede usar la misma analogía?

—Por eso eres el genio. Ahora iniciamos el paso dos y, por ende, vamos a investigarla.

—Ella es linda.

—Concuerdo, galán, —sonreí—. Sin embargo, no sabemos sus intenciones. —Afirmé.

—¿Podemos investigarla con la tecnología del cuartel?

—Trabajemos en ello, ahora prométeme y no te vas a desesperar, tendrás paciencia. Lo importante es consolidar tu carrera como concertista y compositor. Para ello necesito las fechas de tus conciertos y así programar tu seguridad.

—Sí, señor.

—Ve por nuestros hermanos, para prepararle el desayuno a los viajeros.

Eso hice. Victoria se despertó rápido; lo hice con cuidado para no despertar a Rafita. Era bonito ser tío, le conté la idea y con una sonrisa me dio un beso en la frente. La dejé cambiándose de ropa. Quien se demoró en despertar fue Enrique. Lo saqué de la cama y solo hasta que cayó como bulto de heno se levantó.

—¡Liam! —Me acomodé las gafas.

—¡Por fin! Vamos, tenemos que hacer el desayuno para despedir a nuestros papás. —Se levantó del piso, estaba en bóxer, dio una palmada y las luces se encendieron.

—¿Es en serio?

—A ti te queda el chocolate más rico.

Sonrió, también me desordenó el cabello. No sé por qué lo hacen. De los tres, era quien tenía el cabello más largo; de hecho, me llegaba al cuello. Dante no salía de su corte militar y Enrique tenía un aire de magnate, como le dice Vic.

—No podías dormir, ¿verdad?

—Así es, Dante me encontró.

—Raro que el búho no se diera cuenta. —Solté una carcajada, abrí mis ojos y me tapé la boca para no despertarlos.

—Vamos. —tomó su pantalón y una camiseta.

Al llegar a la cocina, Victoria tenía a Dante bajo su autoridad. Al verlo hizo su acostumbrado gesto de que ella manda ahora. Él se encontraba batiendo la mezcla para hacer los pankake.

—Enrique, te encargas del chocolate y el jugo de naranja. Liam corta las salchichas y luego en el bol echa catorce huevos.

Nos entretuvimos en las labores pertinentes, cuando ya estaban los plantos listos con un delicioso desayuno para todos, Dante habló.

—Huele delicioso. Saben, hermanitos, ¿qué día es hoy? —Lo miramos.

—No —respondimos los tres.

—Hace dos años nuestros padres nos hicieron el desayuno porque viajábamos para el castigo y después de esas semanas llegamos a Las Vegas a celebrar.

—¿A Las Vegas?

Mi corazón se alteró, desde entonces no he podido mirar a Inés a los ojos… Fue muy duro tocar en la fiesta de sus quince, lo hice por la carta que me escribió.   

—Genio tranquilo, recuerda que ahora todo está bien.

—Sin duda, todos tenemos una historia de ese día. —Miramos a Victoria.

—Por momentos revivo todo, pero de esa noche no logro recordar ni m****a…

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