"Parece que conmigo sí haces excepciones, Liam." Le dije con una sonrisa traviesa.
"Pues no lo puedo evitar" me contestó riéndose, y se puso un poco rojo.
Su sonrisa lo hacía ver tan guapo que hasta me puse nerviosa.
Nos acercamos a las rejas del parque, y desde afuera ya se podía ver lo bonito que era. Cuando el guardia nos vio llegar, abrió la puerta de inmediato y nos saludó con mucho respeto. Liam le dio las gracias, y entramos al parque.
El sol ya empezaba a esconderse, y no pude evitar preguntarme si íbamos camino al restaurante del que tanto había hablado. Caminábamos tomados de la mano, yo dejaba que él me guiara. No tardamos mucho en llegar a nuestro destino, y para mi sorpresa… ¡era un carrito de comida!
"¿Este es el restaurante?" le pregunté mientras me reía, y él asintió con una gran sonrisa. Aunque al principio me había imaginado algo más elegante, pero esto me sorprendió.
Afuera del carrito había una mesa, tenía un ambiente muy chévere, algo sencillo pero bonito.
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