Damián se lo puso personalmente a Aitana:
—Lo hice bendecir especialmente en la iglesia, para protección. Dicen que es muy efectivo.
Aitana intentó quitárselo, pero Damián le sujetó la mano, mirándola intensamente:
—Le pedí a los dioses que Aitana esté segura y feliz, sin preocupaciones cada año.
Aitana apartó la mirada, evitando los ojos apasionados de Damián.
Al anochecer, se vieron obligados a dormir juntos.
Las luces del dormitorio se fueron apagando una a una hasta quedar en completa oscuridad.
La oscuridad agudizaba los sentidos, especialmente para Damián, que había estado abstinente por mucho tiempo. Ahora, la mujer que deseaba dormía a su lado, y era imposible que no tuviera pensamientos.
Sabía que Aitana tampoco dormía. Extendió el brazo y la atrajo hacia sí.
A través de la fina tela del camisón, sus cuerpos se pegaron. Los pensamientos de Damián se desbordaban mientras susurraba al oído de Aitana:
—Quiero hacerlo una vez, ¿tú quieres?
Aitana no respondió.
El hombre volvió a p