Aitana se apoyó contra la pared, riendo suavemente entre lágrimas.
No perdonaba, ¿por qué debería perdonar? Cuando ella estaba desesperada, Damián acompañaba a Lía, ¿acaso pensó en su angustia? ¿Acaso pensó en el dolor de haber perdido a un ser querido?
Aitana bajó la mirada, contemplando el rostro de Damián.
Extendió sus delicados dedos blancos, tocando el rostro del hombre como si acariciara a un amante. Su voz era igualmente tierna y cargada de emoción cuando preguntó:
—¿Duele? Damián, ¿tú también puedes sentir dolor?
Sin esperar respuesta, Aitana echó la cabeza hacia atrás y comenzó a reír. Su risa resonaba, haciendo temblar su pecho. Damián, pegado a ella, creyó escuchar el sonido de un corazón rompiéndose.
En la profundidad de la noche, parecía resonar la elegía del amor.
...
Damián había fracasado.
Pero seguía yendo al hospital, acompañando a la anciana, suplicando el perdón de Aitana.
Antes de Navidad, viajó a Puerto Real por trabajo. El día de su regreso coincidió con el 25.
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