La nieve en Palmas Doradas se había derretido
Damián aún no había regresado.
Al revisar el calendario, Aitana descubrió que ya era día 12, y el concierto del violinista sería esta noche a las ocho.
De repente, Aitana sintió muchas ganas de asistir, de ir sola.
La empleada doméstica, preocupada, le aconsejó con insistencia:
—Apenas se ha recuperado de su enfermedad. Si sale y vuelve a resfriarse, sufrirá de nuevo.
—Me pondré un abrigo de plumas más grueso —respondió Aitana.
La empleada no tuvo más remedio que buscar en el armario ropa abrigada, ayudando personalmente a Aitana a vestirse. También le encontró una bufanda de cachemira para mantenerla caliente.
—Deje que el chofer la lleve, de lo contrario tendré que informarle al señor.
Aitana aceptó.
Cinco minutos después, se sentó en el automóvil negro.
Después de confirmar el destino, el chofer pisó el acelerador.
El vehículo negro salió lentamente de Villa Buganvilia, dejando atrás las luces del hogar mientras las luces de neón de la c