El banquete de bodas terminó.
Luis aún tenía muchos compromisos sociales, necesitaba despedirse de los invitados. Siendo considerado con su recién casada esposa, le pidió a Esperanza que acompañara primero a la señora a descansar en la suite nupcial del piso 68.
Los pies de Elia estaban adoloridos, en su corazón deseaba irse, le dio a Luis una sonrisa falsa.
Luis se acercó y le pellizcó la cintura delgada, hablando en voz baja:
—No te duermas, espérame.
Elia murmuró suavemente.
El hombre se sintió provocado, susurró unas palabras:
—Después te haré sentir bien.
Esperanza a un lado se cubrió la cara, ¡Dios mío, ¿esto era algo que ella podía escuchar?
Elia bajó la cabeza y se llevó a Esperanza.
Luis continuó despidiendo huéspedes, yendo y viniendo con desenvoltura.
Damián estaba muy satisfecho con este yerno, charlando casualmente con Aitana, no pudo evitar recordar a alguien del pasado. Ese chico en realidad no estaba mal, también tenía porte celestial, solo que no tenía destino con Elia