Al tercer día de Damián en Puerto Real, Aitana hizo una visita al centro comercial. A Damián le gustaban las camisas de la marca Kitom, así que Aitana le eligió dos en el mostrador de la tienda, una negra y otra gris oscuro. Rara vez usaba camisas blancas, esas generalmente eran hechas a medida.
Al momento de pagar, la dependienta fue muy amable:
—Señora Balmaceda, tiene usted muy buen gusto. La próxima semana nos llegará un nuevo lote de modelos, debería venir a verlos. El señor Uribe luce muy elegante con prendas de nuestra marca.
Aitana sonrió:
—Por supuesto.
Las mujeres suelen sentirse alegres cuando van de compras, y Aitana no era la excepción. Pensó en invitar a Zarina a tomar un café, pero no sabía si estaría disponible.
Justo cuando estaba por hacer la llamada, escuchó una voz entusiasta:
—¡Aitana!
Aitana miró y vio a Selene y Miguel.
Selene ya había olvidado lo ocurrido aquella noche en la fiesta de cumpleaños. Le caía muy bien Aitana porque siempre le compraba dulces, mientra