Lucas estaba muy cansado, pero aun así cargó a Carla con un brazo y le hizo preguntas mientras caminaba.
Carla no tenía ni pizca de malicia, le contó todo.
Lucas se rió en voz baja. Cuando se reía, tenía un encanto maduro muy atractivo. Las enfermeras que pasaban lo miraban a escondidas, especulando sobre la identidad del hombre, después de todo ese auto negro del primer piso era demasiado lujoso.
Por la noche, Susana estaba amamantando a Dalia.
La ventana estaba entreabierta, una ligera brisa entraba trayendo un poco de calor sofocante, pero el aire acondicionado lo mantenía afuera, lo que en realidad resultaba cómodo.
Tres días después del parto, la mujer se había bañado, su cabello largo había sido lavado cuidadosamente con champú.
Toda ella se veía fresca, mucho más relajada, hasta Dalia abrazando a su mamá sentía que olía muy bien.
La mujer tenía el cabello suelto, miraba hacia abajo al pequeño bebé, su rostro lleno de ternura.
Lucas, vestido con un traje formal, observó desde la