Capítulo 42
Para sorpresa de ambos, Damián se detuvo.

Bajó la mirada hacia Aitana, que yacía entre sus brazos. Su nuez de Adán subía y bajaba, revelando el enorme autocontrol que ejercía en ese momento...

Después de un momento, se apartó de ella, decidiendo dejarla ir.

Damián habló con tono indiferente:

—Ve a lavarte.

Cuando Aitana se levantó, sintió que sus piernas temblaban. Al llegar tambaleándose al baño, se asustó al ver a la mujer en el espejo; estaba completamente desaliñada.

En el dormitorio, Damián se dio la vuelta...

Tras recuperar el aliento, sacó una cajetilla de cigarrillos del cajón de la mesita de noche, extrajo uno y lo colocó entre sus labios. Finalmente, caminó hacia la ventana panorámica de la sala, abrió una pequeña rendija y se quedó allí, fumando lentamente.

La luz amarillenta iluminaba el rostro de Damián; las zonas expuestas quedaban en blanco mientras que sus párpados proyectaban una hilera de sombras finas y densas. Enmarcadas en su rostro delgado, tenían una belleza inde
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