Damián yacía en la cama con mirada profunda.
También se levantó y entró al baño, donde Aitana estaba aseándose.
El hombre la abrazó por detrás, rodeando su cintura delgada. Apoyó su barbilla en el hombro de ella y habló con voz baja y ronca:
—Esperemos un par de años. Tendremos hijos después de que cumpla treinta. ¿No querías hacer algo por tu cuenta?
Aitana levantó la mirada y observó el apuesto rostro de Damián en el espejo, como si nunca lo hubiera conocido.
Después de un momento, sonrió ligeramente:
—Damián, ¿qué juego estás tramando ahora?
Damián sintió una punzada en el corazón.
No respondió a Aitana, solo la levantó en brazos y la llevó hasta la ventana panorámica del dormitorio, besándola continuamente bajo la luz de la mañana...
Las cortinas blancas ondulaban suavemente con la brisa.
La mujer, delicada como la seda.
...
Cerca del mediodía, la pareja finalmente se levantó. Aitana tenía que ir a ver a su abuela.
Hoy, Joaquín establecería el plan para la cirugía.
Después de la fo