Esta noche, Aitana escuchaba estas palabras por segunda vez, y se sintió abrumada por una mezcla de emociones.
Estaba a punto de responder cuando el sonido de pasos resonó en la escalera, y apareció la figura de Damián.
En un instante, Damián llegó al lado de Aitana.
Parecía que la pelea de aquella noche nunca hubiera ocurrido. El hombre miró a su esposa y a su amigo de infancia, preguntando con tono suave y ligero: —¿De qué estaban hablando con Miguel?
Aitana respondió con frialdad: —Solo intercambiamos algunas palabras.
Damián la observó con atención, como si buscara algo en su rostro. Después de un momento, sonrió ligeramente: —Entonces nos reuniremos otro día. Se hace tarde, debemos regresar.
Antes de que Aitana pudiera reaccionar, Damián ya había tomado su mano, mostrando su carácter dominante.
Bajo las brillantes luces, el rostro de Miguel se mostraba impasible.
Damián esbozó una sonrisa fría mientras pasaba junto a Miguel con su esposa. Al pasar a su lado, Damián notó que la man