Al amanecer, Susana despertó. Apenas despertó, sintió algo pesado encima de ella, algo que la presionaba.
Bajó la mirada, era un brazo masculino. Líneas fuertes, con músculos muy definidos, se notaba que hacía ejercicio regularmente.
Al ver más, reconoció el rostro familiar.
¡Lucas!
El hombre dormía profundamente, sus facciones usualmente severas se veían mucho más suaves en ese momento, pero su mandíbula seguía tensa conscientemente, dibujando una línea sensual.
Susana lo miraba fascinada, su mente zumbando—
¿Anoche ella y Lucas habían estado juntos toda la noche?
Frente al ventanal, en el sofá, esos momentos que aceleraban el corazón y esos murmullos húmedos, todo se agolpó en su memoria.
Un rubor ligero fue subiendo poco a poco por el rostro de la mujer.
Susana se puso completamente roja.
Quiso bajar silenciosamente de la cama para irse, pero apenas se movió medio centímetro, su delgada muñeca fue atrapada, después, sin control, se encontró recostada en el pecho del hombre. El hombr