Susana fue interceptada abajo de su empresa. Era Héctor otra vez.
Susana bajó la ventanilla. Héctor llevaba la misma ropa de ayer, con aspecto demacrado, los ojos llenos de venas rojas, se notaba que no había dormido en toda la noche. Ella habló con indiferencia:
—¿Qué más necesitas de mí?
Habían salido durante medio año, no tenían disputas económicas, tampoco regalos costosos que devolver.
Susana sentía que todo estaba completamente claro.
Originalmente, Héctor no tenía esperanzas, solo quería venir a verla, pero no esperaba ver esta escena. La mujer tenía el cuello completamente cubierto, pero en su cuello blanco y delicado aún se veía una marca tenue de beso.
Además en el auto había un olor muy particular, con un rastro de esencia masculina.
Susana había dormido con alguien anoche.
Héctor simplemente no lo soportaba, con los ojos enrojecidos la interrogó:
—¿Con quién estuviste? ¿Álvaro o Lucas? Nunca quisiste tener relaciones conmigo, ¿era porque pensabas en otro, verdad?
Susana se