Susana sonrió:
—¿Te estoy tratando con frialdad?
Tomó la bolsa, la miró y su sonrisa se volvió aún más indiferente:
—¡Gracias por la bolsa que me regalaste! Es muy cara, me gusta mucho. Pero creo que esto debió ser un favor que te pidió otra mujer, y de paso te acordaste de tu prometida y me la compraste de una vez. Álvaro, si realmente esperas que actúe eufórica, también puedo fingirlo para ti.
Estas palabras realmente enfurecieron a Álvaro.
Álvaro entrecerró ligeramente los ojos:
—¡Susana! Cuida tus palabras.
Susana no cambió su sonrisa, radiante y cautivadora:
—Álvaro, tu aspecto desesperado realmente no se parece a ti. ¿Has pensado en qué calidad me estás cuestionando ahora? ¿Como jefe o como futuro esposo? Lamentablemente, no calificas para ninguna de las dos. Un jefe no debería tener enredos con sus empleadas, y si fuera como esposo sería aún más ridículo. ¿No eres tú el que se divierte afuera? ¿Por qué descargas tu enojo conmigo? ¿Acaso la mujer de afuera te pide demasiado? Se p