Capítulo 349
Al amanecer, en una mansión de Palmas Doradas.

En el dormitorio principal, el hombre y la mujer se entregaban apasionadamente, cuando de repente, en los pantalones del traje tirados al pie de la cama, sonó el teléfono.

Ring, ring...

No paraba de sonar.

Damián originalmente no quería hacerle caso, pero Aitana realmente no podía concentrarse. Acarició suavemente el rostro del hombre y murmuró:

—Contesta primero, después continuamos.

Damián la miró con ojos negros profundos, le dio un beso en la comisura de los labios y entonces se incorporó y con su brazo largo alcanzó a sacar el teléfono del bolsillo del pantalón.

Al ver, era un número desconocido.

Damián contestó la llamada:

—Soy Damián.

La persona dijo unas palabras, Damián miró a Aitana:

—Entiendo, voy enseguida.

Colgó el teléfono, Damián empezó a vestirse, poniéndose una por una las prendas que se había quitado, abrochándose el cinturón.

Aitana se cubrió con la sábana delgada y preguntó:

—¿Qué pasó?

Damián suspiró ligeramente:

—Luca
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